
Huari es un antiquísimo dios andino, cuyo culto habría tenido su centro principal en el Callejón de Conchucos, lugar donde se erigió el famoso templo de Chavín de Huantar.
El historiador Hernán Amat Olazábal y otros expertos han seguido el rastro de este dios casi olvidado. El visitador Estanislao de Vega Bazan recogió muchas evidencias sobre el célebre santuario de Chavín y dijo que había sido erigido para el culto al dios Huari.
Describió este gran complejo como un «adoratorio de los Indios, todo debajo de tierra con unos callejones y laberintos muy dilatados, hechos de piedra muy grandes, y muy labradas; donde halló tres ídolos que los quemó, e hizo pedazos, y enterró”.
En la actualidad, principalmente en la sierra de Perú y Bolivia, el nombre de Huari está en la mente de los indígenas como una deidad (“demonio”, según los curas) que habita en desolados parajes, cerros e incluso minas. Según sus creencias, Huari puede proveerlos de abundancia si se le entrega ofrendas y se hace danzas en su honor, de lo contrario, ocasiona males atroces a los humanos.
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Fuente: Mitología andina.